Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





viernes, 17 de septiembre de 2010

La Enfermedad

La enfermedad es una alteración de la salud que estremece a muchas personas, sin embargo, los creyentes no pensamos, o no deberíamos pensar, que se trata de una desgracia y que debemos “resignarnos” a ella. Pienso que la enfermedad debería ser un acicate y no una resignación, un estímulo para acercarnos más a Dios y no una desgracia. Dios ama todo lo creado y su amor es amor de triunfo y no de fracaso.
A medida que crecemos y caminamos en los caminos de la vida cristiana, deberíamos aprender a pensar, hablar y expresarnos. Deberíamos de desechar y de erradicar la palabra desgracia o resignación, ellas son sinónimo de derrota, una derrota ante el maligno y una falta de fe y esperanza en lo que Jesús nos ha enseñado. No admitiré derrota, “porque gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento.” (2 Co. 2:14).
Si tenemos fe, tenemos confianza en Dios y El siempre nos lleva al triunfo nunca a la derrota. Si tengo en mi corazón la sabiduría que Dios nos ha dado, sabré ir por el camino derecho de la vida pues “Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar” (Pro.4-11), tenemos también la inteligencia y el conocimiento. “Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia” (Pro.2-6). Y si alguno de nosotros duda de esa sabiduría si te ves falto de ella “que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Stgo. 1:5), “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” (Stgo. 1-6).
Por ello el cristiano debe pensar que su enfermedad es un orgullo que el Señor nos permite tener, pues con ella nos “asocia a Cristo en su Cruz Redentora”. Estas palabras me llenan siempre de ánimo, San José María Escrivá las dijo en una de sus homilías, y yo las tomé con alegría y honor cuando me diagnosticaron mi enfermedad.

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