La preocupación por la pobreza, tan extendida a lo largo de la historia, no
ha tenido una correspondencia real en la
agenda de la acción política, ni tan siquiera en la sociedad. Los estudios sobre la pobreza
generalmente describen las características y patrones de este fenómeno, pero no
se preocupan por explicar sus causas.
Encontrar
un conjunto de características que causan y expliquen el fenómeno de la pobreza
son solo técnicas econométricas que, aun siendo importantes, tan solo muestran
un lado del fenómeno: sus causas, pero no el origen de esas causas. Presentan
un dato cuantitativo del problemas pero no un diagnostico.
Mediante el diagnóstico se estarán definiendo determinados acontecimientos
económicos, políticos, éticos y sociales, que son problemáticos y susceptibles
de cambio, como la autonomía
absoluta de los mercados y de la especulación financiera. Pero
también será necesario establecer el pronóstico, es decir, las propuestas para
corregir esa situación problemática, especificándose que debería hacerse y
quién tendría que hacerlo. Incluyendo, por tanto, objetivos específicos,
tácticas y estrategias a seguir.
La política o la economía han mostrado su fracaso absoluto en corregir los
problemas de la pobreza elevándolo a drama. Las diferencias sociales son cada
vez mayores, la brecha entre ricos y pobres se está haciendo cada vez mas
difícil de estrechar. La economía del desarrollo más pro-occidental, que
consideraba que los países capitalistas eran la solución para que el desarrollo
mundial avanzase ha fracasado, como también lo han hecho los teóricos más
antioccidentales o anticapitalistas.
El nuevo orden económico internacional surgido tras la
crisis de los años setenta, a
pesar del extraordinario crecimiento mundial de la economía en las últimas
décadas, ha dado su veredicto: casi 2000 millones de personas viven actualmente
en la pobreza mas absoluta, la desigualdad sigue creciendo entre países y
también dentro de cada nación, y el hambre es una lacra sin erradicar, que
afecta a casi 1000 millones de personas.
Propongo una resolución radical de la pobreza atacando sus causas
estructurales a través de un diagnóstico y un pronóstico que consiga la
formación y movilización del consenso, es decir, la convergencia de
significados en las redes sociales y subculturas y el intento deliberado de
sacar a la luz el drama de la pobreza, así como una mejor actuación sobre ella.
No podemos ni debemos aceptar la injusticia, la perversidad y la inmoralidad de
la pobreza, que son la raíz de todos los males, si queremos resolver una parte
importante de los problemas que azotan al mundo.
José
Antonio Puig Camps, doctor ingeniero y sociólogo
(vicepresidente de AGEA-Valencia)
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