Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





jueves, 18 de diciembre de 2014

UN MUNDO DESBOCADO



La frase: “El mundo tiene prisa, y se acerca a su fin”; la dijo un arzobispo llamado Wulfstan[1] en un sermón pronunciado en York en el año 1014. Cualquiera de nosotros podría enmarcar ésta frase en un periodo más cercano, por ejemplo, hoy.
Si en lo político el siglo XVII queda marcado por la instauración de la monarquía absoluta, en lo artístico por el barroco y en lo económico por el mercantilismo, el siglo XVIII aparece cómo la bisagra o zona de transición entre el Antiguo Régimen (los siglos anteriores) y los nuevos cambios sociales, económicos y políticos que tendrán lugar a finales de ese siglo y a lo largo del siglo XIX. Si Marx y el marxismo, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología indicaban que el mundo llegaría a ser más estable y ordenado, con George Orwell y su “1984” nos introdujo ficticiamente en un mundo vigilado, el Gran Hermano, con una policía del Pensamiento que arrestaban a todo ciudadano que pensara en contra del Partido.
Sin embargo, actualmente, despertamos con un mundo que no se parece mucho al que nos pronosticaron, ni tampoco lo sentimos de la misma manera que ellos. Incluso podríamos decir que, nuestro mundo, en lugar de estar cada vez más controlado, estable y ordenado, está más fuera de sí, está desbocado.
Numerosos estudios demuestran que el ritmo de nuestra vida cotidiana se acelera. El sistema exige continuamente velocidad y crecimiento. Datos, artículos, torrentes de dinero fluyen sin pausa y cada vez a más velocidad, impulsados por los avances técnicos y científicos.
Anthony Giddens en su “Runaway World” (Un mundo desbocado) muestra los efectos de la globalización en nuestras vidas. Nos presenta un mundo desbocado, fuera de nuestro control, que introduce nuevas formas de riesgo e incertidumbre pero que, al tiempo, incorpora cambios muy positivos que están liberando a la mujer, extendiendo la democracia y creando nueva riqueza.
El campo de batalla del siglo XXI enfrentará al fundamentalismo intolerante con la tolerancia cosmopolita. En un mundo globalizado, donde se transmiten rutinariamente información e imágenes a lo largo del planeta, todos estamos en contacto regular con otros que piensan diferente y viven de forma distinta que nosotros. Los cosmopolitas aceptan y abrazan esta complejidad cultural. Los fundamentalistas la encuentran perturbadora y peligrosa.
De todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a los que ocurren en nuestra vida privada: la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y la familia. Estamos ante una revolución mundial sobre cómo nos concebimos a nosotros mismos y cómo forzamos relaciones con los demás. La mayoría de nosotros puede aislarse de estos problemas durante bastante tiempo, pero no durante toda la vida. Es cierto que nunca seremos capaces de ser los amos de nuestra historia, pero podemos y debemos encontrar maneras de controlar las riendas de nuestro mundo desbocado.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @JapuigJose


[1] Wulfstan (muerto el 28 de mayo de 1023), también llamado en latín Lupus ("Lobo"), fue un clérigo e intelectual inglés. Ejerció sucesivamente cómo obispo de Londres (996), Obispo de Worcester (desde 1002 hasta 1016) y Obispo de York (desde 1002 hasta su muerte)

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