El director de fama mundial de la Orquesta de Bolshoi,
conocido como "El Maestro", Andrey Simonovich Filipov, vio su carrera
públicamente destruida por Leonid Brezhnev por defender a los músicos judíos y
ahora se ve reducido a trabajar como conserje en el mismo teatro donde alguna
vez dirigió.
Mientras Filipov limpia la oficina del gerente del teatro,
intercepta una invitación oficial del prestigioso Théatre du Châtelet en París para sustituir un
concierto de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles que se había cancelado en
el último momento. Filipov crea un plan para reunir a su antigua orquesta,
compuesta ahora por viejos músicos judíos y gitanos, que se han visto reducidos
a sobrevivir trabajando en lo que fuere.
En el arriesgado plan de Filipov se incluyen una serie de
condiciones para ir al teatro del Châtelet,
siendo una de ellas que la solista sea Anne-Marie Jacquet, quien nunca ha
interpretado el Concierto de Tchaikovski porque le tiene miedo, pero ha soñado
desde hace mucho interpretarlo con el Bolshoi y particularmente con Filipov,
cuya fama fuera de Rusia nunca ha disminuido.
Por fin, después de pasar verdaderas calamidades para reunir
a los músicos, llegan a París. Los componentes de la orquesta al verse en esa
gran ciudad llena de recuerdos hermosos para cada uno de ellos, aprovechan la
ocasión y desaparecen entre fiestas y búsqueda de otros trabajos. La falta de
profesionalismo de los músicos rusos y las impresiones de Anne-Marie de que el
concierto va a ser un desastre la fuerzan a cancelar el concierto. Sin embargo,
ante la insistencia de un amigo de que necesita ir al concierto porque en el
descubrirá una clave para conocer una parte de su pasado y el de sus padres,
que nunca conoció, ella acepta.
El día de la celebración del concierto la orquesta no había
aparecido y el sentimiento de fracaso cunde en Anne-Marie, Filipov, el director
del Châtelet y en el
manager de la orquesta, agente de la KGB Iván Gavrilov. A través de mensajes se
consigue traer a los músicos al teatro y van tomando asiento en el último
instante sin haber hecho un solo ensayo.
Comienza el ansiado concierto con un inicio poco feliz,
debido a la falta de ensayos, nadie cree en que aquello funcione, el manager
Gavrilov, comunista convencido y ateo, pone su mirada en el cielo y dice: Dios
demuestra que existes, te lo pido por favor. Tras los primeros compases, de la
pieza elegida de Tchaikovski, cada uno de los músicos de la orquesta empieza a
desafinar ante las risas y la perplejidad del público asistente que abarrotaba
el Théatre du Châtelet de París. Las miradas de Filipov y Anne-Marie se cruzan
entristecidas al darse cuenta de que la armonía esperada está muy lejos de
alcanzarse.
Pasados los primeros compases la orquesta logra alcanzar la
armonía espontánea soñada por Filipov cuando Anne-Marie hechiza a todos con su
magnífica interpretación de la parte solista, que había estudiado en la
partitura marcada que perteneció a su madre. El solo de Anna-Marie y la armonía
de la orquesta conecta con todos los presentes que muestran en sus rostros la
pasión y alegría de lo que están escuchando. Las notas que salían de cada
instrumento elevaron a los músicos y al público asistente al cielo.
El ateo Gavrilov hechizado, por lo que está oyendo y viendo,
eleva su mirada al cielo y exclama: Dios mío no me lo puedo creer, ¿Existes? El
concierto es un gran éxito y Filipov puede reconstruir su carrera como director
de la nueva "Orquesta Andrei Filipov", junto con Anne-Marie, quien se
une a él en un tour mundial.
La tragedia de los partícipes de ésta historia[1]
se convierte en un cuento de hadas gracias a la fuerza que la música, en este
caso de Tchaikovski, imprime en sus corazones, y gracias a la creencia de que
todo es posible cuando uno está preparado, tiene fe y acepta gustoso los
designios del Señor que, en definitiva, es el que pone los medios para alcanzar
la última armonía.
Los españoles tenemos ante nosotros un nuevo año 2015 donde
la tragedia política, ética y moral, vaticinada en éste final del 2014, puede
transformarse en otra realidad si somos capaces de defender nuestras creencias,
aceptar realidades y no utopías, leer los programas electorales, actuar con
sentido común e ir a manifestar nuestro derecho democrático de votar. Es así cómo
se sale de las situaciones desesperadas, y es así, cómo pueden conseguirse los
grandes éxitos por imposibles que parezcan. No todo está escrito y ningún
humano es capaz de forzar a que la última armonía tome forma. Es la sociedad,
en su conjunto, la que tiene la palabra y la que debe tener la confianza, el
tesón y la fe de saber que no estamos solos y que la última armonía, la última
nota, en la gran sinfonía de nuestra existencia, la tiene Dios.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y
Sociólogo)
twiter: @JapuigJose
[1]
Basada en la película “Le Concert”. Comedia cinematográfica francesa de 2009
dirigida por Radu Mihăileanu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario