Advertido por la diosa Circe de lo peligroso que era el
canto de las Sirenas, Ulises ordenó tapar con cera los oídos de sus remeros y
se hizo atar al mástil del navío. Si por el hechizo musical pedía que lo
liberasen, debían apretar aún más fuerte sus ataduras. Gracias a esta
estratagema Ulises fue el único ser humano que oyó el canto y sobrevivió a las
sirenas, que devoraban a los infaustos que se dejaban seducir.
El mito de Ulises, descrito por Homero en la Odisea, me
viene a la mente (¿por qué será?) al ver y escuchar una entrevista de TV5 a la
pareja sentimental de P. F. Iglesias. Ese advenimiento mental fue parejo con mi
visión de contertulios, periodistas todos, que con caritas embobadas absorbían
las chorradas que decía, la tal Tania, en defensa de su imputación que le hace,
por posible prevaricación, malversación y tráfico de influencias por el caso
Aúpa, un juzgado de Arganda del Rey.
La presencia de la tal Tania, pareja sentimental del tal P.
F. Iglesia, en el plató de TV, mantenía obnubilados a todos los presentes. Al
ver esa imagen, tan moralmente ofensiva para mí, me dije ¿será acaso esta
señora la sirena que nos cita Homero en su Odisea? ¿Será verdad que al escuchar
a estos “emergentes” de la política los españoles nos quedamos presos del hechizo
musical de sus palabras e “ideas”? y… ¿Seré yo el único que llevo esos tapones
de cera que Ulises se puso para no ser atraídos por esa nueva “tropa”? Si así
fuera, pensé, o estoy ya gagá o tengo el remedio para no aceptar lo
inaceptable: adquirir la cera de la razón, la prudencia o la cordura y llevarla
siempre conmigo. Así, se podrá ver y escuchar los programas televisivos de
analistas políticos y politólogos que, cual luciérnaga en la noche, se quedan
pasmados por la luz de estos nuevos
intelectuales.
A la vista de los últimos acontecimientos políticos, como
consecuencia de los resultados electorales del pasado Mayo, uno se da cuenta
del infantilismo emocional que impera en la clase política española, digo
española porque no percibo la no española. Los líderes de la izquierda aseguran,
un día sí y otro también, que los resultados electorales es un “claro ejemplo”
de que los españoles quieren un cambio de izquierdas. Ante este panorama o
neorama, ellos, la izquierda, se ponen gallitos y van cacareando a diestro y
siniestro que no quieren saber nada de la derecha, que ahora resulta ser solo
el PP.
La izquierda, da lo mismo quien la escenifique o represente,
hoy dice blanco y al ratito negro, sin importarle que no haya pasado del blanco
al negro, o viceversa, ni veinticuatro horas. El tal Pablo pone a “parir” al tal Pedro, y el tal
Pedro pone cara de búho alelado que mira a todas partes para que, en ese arte
de la escenificación donde la izquierda tiene el doctorado, se piense que no ha
oído sus descalificaciones. Todo es válido con tal de tomar “la poltrona”. Estos dos personajes me recuerdan los dibujos
animados de Los Picapiedra, con las complejas relaciones entre ellos pero con
una clara necesidad para sobrevivir, en ese caso, políticamente.
El aspecto percibido esta mañana, de la opinión publicada,
me ha sido un poco más grata y coherente que otros días, pues en la tertulia
política de A3 los periodistas mostraban su cansancio hacia estos dos personajes (Pedrito y Pablito) e incluso
del tercero en discordia, el tal Rivera, ante la ambivalencia que están
mostrando en sus manifestaciones. Que vayan con cuidado, pensé yo, estos
alternos de la política, no sea cosa que sus cenas protocolarias, para acercar
posturas, se transforme en una merienda de negros.
José
Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter:
@JapuigJose
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