Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





sábado, 12 de diciembre de 2015

EL AÑO DE LA MISERICORDIA



Toda la humanidad se encuentra hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Estos cambios, provocados por el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador, también los padece el: en sus juicios y deseos (individuales y colectivos), en sus modos de pensar, en sus comportamientos y en sus desviaciones. Tal es así que se puede hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural que redunda, también, en la vida religiosa.
Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir. Jamás el hombre ha tenido un sentido tan agudo de su libertad, como ahora, sin embargo, surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Jamás tuvimos, en los países democráticos, tanta tranquilidad y seguridad después de la II G.M., sin embargo persisten todavía agudas tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo.
Afectados por esta compleja situación, muchos de nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer los principios y valores permanentes, y a compaginarlos con los nuevos descubrimientos. La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mundo. El curso de la historia presente es un desafío al hombre que le obliga a responder.
De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene el camino abierto para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle.
Pero la falta de esperanza de aquellos incapaces de dar sentido a sus vidas, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Son, en cierta medida, presas de una sociedad incapaz de reconocer el valor de las personas, incapaces de contribuir a configurar un orden social digno, justo y misericordioso.
Una sociedad que el hombre, a lo largo de la historia, ha ido construyendo a su libre albedrio, a su antojo y capricho, sin detenerse a pensar en las repercusiones y efectos colaterales que esa estructura social iba, mas pronto que tarde, a explotarle. No hemos sabido utilizar el bien acumulado, las riquezas atesoradas, la inteligencia concedida, la paz ganada y la libertad heredada que nos ha llevado a la esperanza de alcanzar estadios de la humanidad moralmente superiores.
Hemos ido creando un mundo inmisericorde. Un mundo plagado de injusticias sociales, de brechas de conocimientos y de eufemismos que tan solo han ido enmascarando la realidad de una sociedad cada vez mas inhumana, mas egoista y menos sincera. Un mundo plagado de diferencias sociales, donde el ser humano ya se ha preocupado de que sean inamovibles cuando el poder, la riqueza o la autoridad le ha favorecido. Un mundo de ganadores y de perdedores, donde la brecha, entre unos y otros, es cada vez mayor. Ante esta situación ¿cómo no vamos a tener invasión de los pobres al paraiso de los ricos?
El cardenal alemán,WALTER KASPER, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en su libro “LA MISERICORDIA: Clave del Evangelio y de la vida cristiana”, advierte del alejamiento de la reflexión teológica respecto al mensaje de la misericordia. Un libro que te hace meditar sobre la vida y sus repercusiones en nuestro ser. Nos dice que debemos vivir la misericordia, atestiguarla de palabra y de obra, pues es un regalo que nos ha hecho Jesucristo. Nos indica, el cardenal, que los cristianos deben contribuir a la configuración de un orden social digno, justo y misericordioso.
Pienso, sin embargo, a la vista del mundo que estamos viviendo y del mundo que estamos dejando como herencia a nuestros hijos, que no es labor solo de los cristianos sino de toda la humanidad. Si todos contribuimos a configurar un orden social digno, justo y misericordioso, las cosas serían de otra forma, sucederían de forma distinta y tendrían distintas consecuencias. No debemos tener miedo de usar la palabra misericordia, pensando que eso es cosa de curas o beatas, es una forma de vida, es el antidoto contra el egoismo, la injusticia, el rencor, la envidia y un gran etc., que nos tiene atenazados y nos impide viver con verdadera libertad, sin esclavitud social o psicológica. De esta forma iremos dandole la vuelta a la situación actual para conseguir un mundo donde la palabra justicia no sea otro eufemismo mas, sino una realidad.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose

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