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MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





jueves, 28 de abril de 2016

LA HORMESIS



Por  muchos  años,  varias  ramas  dentro  de  las  ciencias biológicas y de la salud han identificado una serie de procesos conservados, durante los cuales una dosis baja o subletal de un agente o estímulo estresante es capaz de activar una  respuesta  adaptativa  que incrementa  la  resistencia  de  una  célula  u  organismo frente a un estrés mucho más severo y muchas veces letal. En realidad, este no es un concepto nuevo; ya F. Nietzsche decía: «Lo que no me mata, me fortalece». Esa respuesta adaptativa que ocurren en células y organismo al tratar de acomodarse a un agente tóxico o dañino se le llama “hormesis”.
Algo parecido está ocurriendo en nuestra sociedad, donde bajas dosis de estímulos estresantes nos está haciendo inmunes a cualquier tipo de situaciones que se nos presenten. Con ello estamos dejando de advertir la decadencia cultural que no promueve el amor y la entrega. Estamos inmersos en una sociedad donde, hoy, es fácil confundir la genuina libertad con la idea de que cada uno juzga cómo le parece, cómo si más allá de los individuos no hubiera verdades, valores, principios que nos orienten, cómo si todo fuera igual y cualquier cosa debiera permitirse.
El excesivo individualismo está representando un creciente peligro a una hormesis que nos desvirtúa cómo seres humanos. Las tensiones inducidas por una cultura individualista exagerada de la posesión y del disfrute generan dentro de nosotros dinámicas de intolerancia y agresividad. El ritmo de vida actual, el estrés, la organización social y laboral, son factores culturales que están poniendo en riesgo la posibilidad de opciones permanentes: la familia, el matrimonio, los hijos, etc. La libertad para elegir, que permite proyectar la propia vida y cultivar lo mejor de uno mismo, puede degenerar en una incapacidad de donarse generosamente cuando no tiene objetivos nobles y disciplina personal. Huimos de los compromisos, huimos de todo aquello que nos pueda atar y condicionar nuestra vida individual y caprichosa.
Nassim Nicholas Taleb plantea, en su último libro “Antifrágil”, la necesidad de que el ser humano tenga, y acepte, los fracasos de su vida. Las situaciones adversas, los fracasos en dosis pequeñas hacen al individuo fuerte y resilente.  Pero en grandes dosis destruyen. Pero cuando a lo que nos enfrentamos es a nuestros propios agentes tóxicos: la envidia, la falsedad, el orgullo, los celos, el odio, los recelos, etc., la dosis ya no importa, siempre dañaran nuestra existencia. Cuando esos agentes entran en nuestro cuerpo, el principio de funcionamiento de la hormesis no siempre está claro, ya que cualquier efecto positivo que pudiera existir en nuestras vidas quedará eclipsado por el efecto negativo del agente tóxico. 
La complejidad de los temas que se están planteando en nuestra sociedad tiene que reavivar nuestra conciencia. Los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones de algunos planteamientos que en su día tuvieron sentido. En nuestra sociedad ha llegado el momento y la necesidad de una unidad de ideales, principios y de praxis, pero ello no debe impedir que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de esa unidad, recordando siempre que aunque a pequeñas dosis el organismo no sucumbe a la ponzoña, a la larga puede destruirlo.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose

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