En nuestra vida cotidiana siempre
tenemos límites y obligaciones para cada una de las cosas que hacemos. En lo
que respecta a las Leyes Nacionales que establece un país y que debemos cumplir
y aceptar como ciudadanos del mismo, tenemos en primer lugar las Leyes
Materiales que simplemente se encargan de enunciar las obligaciones y derechos
que tenemos disponibles, mientras que por otro lado tenemos las Leyes Formales
que nos permiten contar con un procedimiento o una forma de aplicar las mismas,
teniendo ambas dependencia de una Ley Suprema. Cada país cuenta entonces con
una ley suprema llamada Constitución, que nos marca un conjunto de obligaciones
y beneficios del cual dependen todos los organismos de la nación.
El cumplimiento de la Constitución
permite que las sociedades se muevan dentro de los parámetros en ella
establecidos. Los individuos somos distintos. Unos tienen aversión al riesgo,
mientras que otros son más osados; unos prefieren ganar dinero como objetivo
básico, mientras que para otros sólo es un medio para dedicarse a su estilo de
vida preferido; unos prefieren ahorrar y otros consumir; etc. Por ello no se
puede legislar individualmente. Las desigualdades basadas en las elecciones son
legítimas; pero las desigualdades basadas en las circunstancias no lo son. No
obstante, un país no puedo funcionar basándose en las elecciones individuales,
pues con ello se erosiona la confianza social y la solidaridad.
En España estamos asistiendo a
una clara erosión de la confianza social y la solidaridad, en la descabellada
actitud del independentismo catalán. El independentismo catalán plantea sus
tesis sobre el principio de que el pueblo de Cataluña es una nación soberana,
aludiendo básicamente a la interpretación de su historia, cultura, lengua
propia y al derecho civil catalán, y sobre la afirmación de que Cataluña no
alcanzará su máxima plenitud cultural, social ni económica mientras forme parte
de España. Todo esto se está demostrando que es una falacia. Ni se está
alcanzando plenitud cultural puesto que la cultura no solo es catalana, ahí
tenemos, por poner solo unos ejemplos, a la generación del 98 (Unamuno, Baroja,
Azorín, Machado, Maeztu, Valle-Inclán, el pintor Zuloaga...), de 1914 (Ortega y
Gasset, Marañón, Pérez de Ayala, Falla, Juan Ramón Jiménez, Vázquez Díaz,
Madariaga, Azaña, Solana, Gómez de la Serna...) y del 27 (García Lorca, Buñuel,
Dalí, Alberti, Guillén, Salinas, Cernuda, Halffter, B. Palencia, Alberto
Sánchez, Moreno Villa...). Personajes que no eran hechos aislados y dieron a la
España del s. XX una etapa de verdadera plenitud cultural. Ni económicos, la patronal
catalana Foment del Treball asegura que hay fuga de capitales y cifra ya en
"centenares" las empresas que están abandonando su sede social en
Cataluña en un panorama dantesco, por lo que acusa a la Generalitat de conducir
a la comunidad a "la insolvencia". Ni mucho menos social.
Una acusación a la Generalitat
que al parecer –por no decir seguro- nadie de los independentistas quiere ver.
Pero no quieren verlo porque todo está basado en una sola cosa: mantener su
estatus económico y social a costa de los impuestos de todos los españoles, a
costa de romper las leyes que la constitución española nos obliga a cumplir. España
no roba a nadie, son algunos gobernantes catalanes los que están robando a los
españoles –catalanes incluidos. Son muchos años que los gobiernos catalanes
–incluido los socialistas Pascual Maragall y José Montilla- desde 1980, con
Jordi Pujol a la cabeza, que han establecido una hoja de ruta para independizar
Cataluña del resto del Reino de España. El adoctrinamiento nacido en las aulas
de los colegios catalanes ha ido siempre en esa misma dirección. Los miles y
miles de millones de euros que han ido sacando de España a base de maquillar
las cuentas que toda comunidad debe de dar al Estado Español o los desfalcos
mafiosos destinados a sus propias ideas y fines, son muestra clara del porque son
capaces de romper su comunidad y su nación con tal de conseguir esa
independencia que los mantendría cómodamente en su feudo sin dar cuentas a
nadie.
No señores independentistas, ustedes,
no luchan por mantener lengua propia, derecho civil catalán, y máxima plenitud
cultural, social ni económica. Cataluña, hasta hoy, lo tenía. Ustedes, los
gobernantes independentistas, están luchando por no ir a la cárcel, por no
enfrentarse a las acciones delictivas que han ido realizando a lo largo de más
de veinte años, por no enfrentarse a la vergüenza nacional e internacional de
quitarles las caretas y mostrar sus verdaderas intenciones, la de conseguir sus
feudos, sus virreinatos, sus ostentaciones medievales propias de otras épocas.
No quieren el bien común, no quieren un igualitarismo, quieren más, mucho más.
Quieren dominar a un pueblo, el catalán, que ha estado siempre en el “seny”, en
la mesura, en la sensatez, cordura y sentido común. Quieren cambiar ese “seny”
por la “rauxa” (arrebato), una serie de
manifestaciones de principios contradictorios a lo que el pueblo catalán ha
sido. Quieren cambiar ese marco tradicional catalán del “seny” como virtud, al
pecado del furor, la rabia y la ira. No soy catalán, pero admiro a muchos de
ustedes que han honrado a Cataluña y a España. Por eso, desde esta ventana al
exterior, quiero decirle que no se dejen engañar por esas mentes egoístas,
ambiciosas e ingratas, que aupándose en la buena voluntad de muchos catalanes
están destruyendo un caudal atesorado por todos los españoles, a lo largo de
estos últimos cuarenta años, de democracia, paz y prosperidad.
José Antonio Puig Camps.
AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog:
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 08-11-2017
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